lunes, 10 de febrero de 2014

SINCERAMENTE, HAY QUE VOLTEAR LA CABEZA Y FIJAR LA VISTA EN UN TEMA TAN DELICADO...

Sigue el trabajo infantil cobrando vidas de seres humanos, en sus edades más tempranas. Recibimos con pesar la noticia de una niña pequeña paraguaya que murió en un basurero, aplastada por un equipo automotor, mientras registraba en ese lugar buscando algo para el sustento de su familia. 

El caso de Liz Carolina Villasanti puso una vez más en la agenda del país el trabajo infantil, esa realidad insoslayable que afecta a más de 420.000 niños de todo el país. Deberían estar jugando y estudiando. Pero no lo están. (Fuente: El Mundo). 

Por mucho que encomiablemente la UNICEF, otras agencias internacionales, gobiernos y foros mundiales impulsen la prohibición el trabajo infantil, lo que merece el más decidido apoyo, lo cierto es que la cifra de niños dedicados a menesteres que no deben tocarles cede casi a cuentagotas. 

 Cuando el hambre aprieta en hogares bajo el azote de la miseria, esa desesperada y peligrosa alternativa permanece latente si faltan remedios de fondo que pasan principalmente por cambiar el orden económico mundial, y al menos entretanto por la voluntad de los gobiernos de acometer con firmeza programas protectores. Por eso, hay que seguir insistiendo con la OIT para que los Convenios internacionales sean observados, para que más niños lleguen a adultos y no perezcan en sus años infantiles víctimas de la exclusión social y de la miseria.

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