martes, 8 de mayo de 2012

YA PUEDO PUBLICAR NUEVAMENTE.

Queridos amigos y amigas. Mis lectores, lo que entran en la página. Me vi impedida de actualizar el blog por causa o del Firefox desactualizado o de la lentitud de la conexión, pero REGRESÉ y con mucho ánimo al comprobar que pueden haber cambios importantes en la arena internacional con el regreso al poder del Partido Socialista en Francia, con una nueva ley de seguridad social en Ecuador, con la vigente Ley Orgánica del Trabajo, de los trabajadores y trabajadoras en Venezuela y con la vigencia de una crisis generalizada, comenzada en el sector financiero y que abarcó en su arremetida otros espacios: inmobiliario, ambiental, económico y llegó como siempre hasta el empleo. A veces pienso mucho en la llamada "Doctrina del shok" de Naomi Klein cuando se quiere culpabilizar a los trabajadores de la situación que vive el país, en cuanto a que si ellos comprendiesen que tienen "que ajustarse el cinturón a un agujero más" entonces entenderían que hay que ser comprensivos con el capital, los mercados y los bancos. ¡Qué falacia!. 
Y todo esto está trayendo consigo aumento de la xenofobia, a veces pienso que las poblaciones tienen tal respuesta ante su futuro individual y personal. No hay empleo, hay ciudadanos de otros países que accedieron a las ofertas de esos empleos cuando los nacionales no los quisieron porque no estaban a su altura y calificación obtenida. Pero ahora, que hay más desempleados entre 16 a 30 años que ocupados, por ejemplo, en España, sobran los extranjeros, no importa de donde sean y cuando llegaron y según entendí de un profesor que ayer nos dictó una conferencia, la permanencia en un país depende de la existencia de un trabajo, porque si no tienes el documento que avala tu situación laboral, entonces no puedes tener residencia temporal en el país y si no tienes el documento oficial que te permite residir en el país, terminas siendo un inmigrante ilegal y derechito para tu país de origen.
La situación está cada vez más comprometida. Y después el capital se queja de los indignados 

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