sábado, 14 de abril de 2012

SOBRE UN CONFLICTO QUE NO ES ENTRE ESPAÑA Y ARGENTINA

Hoy recibí un comentario sobre este conflicto armado por los medios sobre las relaciones entre España y Argentina por el derecho soberano de un estado a la nacionalización de sus riquezas. Inserto el comentario y después el mío propio.

El primero es de nuestro amigo, el Dr. Joaquín Aparicio Tovar, profesor de la UCLM.

Querido Pedro: Ante las noticias que veo desde ayer en los medios de persuasión más importantes de España te rogaría que hicieses llegar a todas las amigas y amigos de   de la red y, en especial a  las y los argentinos, estas reflexiones personales.



Escuchar lo que los medios de persuasión llaman noticias es cada día llevarse un disgusto en España, y en importante medida en casi toda Europa, pero lo que cuentan estos medios sobre el “conflicto” entre España y Argentina por causa de unos rumores sobre una posible nacionalización de la empresa YPF controlada en su mayoría por la española REPSOL, ya raya el absurdo y es un insulto a la inteligencia de la y los ciudadans. Si es cierto lo que dicen los medios, las gruesas declaraciones de ministros del gobierno del PP y de otros altos cargos son un despropósito. Son declaraciones más bien propias de tabernas entre parroquianos ya muy avinados o pasados por aguardiente, que se alejan de aquellas regidas por la prudencia que deberían ser las propias de los gestores de la cosa pública. El hecho de que este tipo de declaraciones y actitudes también se den en muchos otros países no exime del rotundo rechazo. Cuando se irrumpe en los medios de esta manera cabe pensar si no es fruto de un cálculo para desviar la atención de otros asuntos que realmente afectan a la mayoría de la población. Esto lleva  una segunda cuestión  cual es el disparate de identificar el interés común con el interés de una singular empresa, por muy grande que esta sea. Cuando un Gobierno se pone al servicio del interés privado está procediendo a degradar lo público para confundirlo con el interés de unos pocos. Esto no quiere decir que los Gobiernos deban desentenderse de la suerte de sus representados (en este caso los accionistas de Repsol y otros grupos de interés) pero dentro de la mesura y el respeto a puntos de vista de otras partes implicadas.



Ese respeto a otro punto de vista lleva a una consideración sobre el fondo del asunto. Parece que solo enunciar la palabra nacionalizar es hoy incurrir en anatema. Y sin embargo el periodo en el que se dio el gran salto en Europa para dejar atrás injusticias y pobreza de mucha de su población, los “años dorados” posteriores a la segunda guerra mundial en los que  el crecimiento económico fue de la mano de una mayor redistribución de rentas y mayores avances en igualdad y en democracia, se hizo con una política muy intensa de nacionalizaciones, de fortalecimiento del sector público. La ofensiva neoliberal que se inició a finales de los años 70 se ha llevado por delante todo aquello y ahora la situación es la que es. No parece que sea un disparate el control por el poder público de todo aquello que condiciona de manera determinante la vida de los ciudadanos como la energía, las comunicaciones, el sistema financiero, la educación, la atención de la salud o la garantía de la subsistencia frente a los estados de necesidad. En todos esos supuestos y en otros más, la desigualdad entre el que ofrece la prestación y el que la necesita es tan grande que no es posible un acuerdo justo y por es bastante razonable que ciertos bienes deban estar fuera del comercio.  Tal vez por este lado haya que buscar las razones de la virulencia de los medios de persuasión dominados por capitales oligárquicos.  En todo este desdichado asunto es particularmente deplorable la llamada a las bajas pasiones que el patriotismo de pacotilla puede despertar entre partes implicadas. Oponerse a ese chabacano patriotismo es colocarse a un paso de ser reo de un delito de traición, pero afortunadamente en este caso no habría espacio suficiente por muy ancha que sea Castilla y mucho más la Patagonia, donde encerrar a tanto antipatriota. Para mucha gente se hace cada vez más evidente que, como alguien dijo, en estos casos el patriotismo es uno de los últimos reductos de los canallas.



Joaquín Aparicio Tovar

Y esta es mi contribución al debate.

Estimado Pedro. Muchas gracias por compartir este mensaje en la Red, porque no interesa solo ni mucho solamente a los argentinos. Es una cuestión de vida o muerte de las relaciones entre los pueblos, que es más importante y urgente que entre las oligarquías financieras y las transnacionales. El Estado, como bien dice Joaquín, es garante de los intereses de sus representados, pero no puede serlo más de las transnacionales y el capital que de sus propios ciudadanos, a los cuales ha aplicado una "contrarreforma laboral" que raya con lo absurdo y no he visto a los medios de la gran difusión escribir algo que llame a combate a los destinatarios. Entonces no se puede situar el interés del capital por encima del interés nacional y de las relaciones entre estados, pueblos y naciones enteras.

Como bien dice Joaquín, la nacionalización ha sido arma de todo Estado y de regiones completas, cuando se ha requerido satisfacer necesidades esenciales y sobre todo, recordemos todo lo ocurrido con México, cuando se trata de sectores estratégicos para los países como son los hidrocarburos, las minas, etc. Son tesoros irremplazables y no se pueden dejar en manos del capital foráneo so pena de pérdida de la soberanía. Y le preguntaría a quien tanto se desgarra las vestiduras por la medida que toma el gobierno argentino en su legítimo derecho a la soberanía de su país, si del suyo se tratase, que harían.

Y a los argentinos ahora les espera una buena dosis de cordura para no caer en las redes del dime tu que te diré, igual que a los españoles, que tienen como dice Joaquín, cosas más importantes de qué preocuparse como son las consecuencias de las nuevas leyes que desamparan a sus trabajadores, sus mujeres, sus jóvenes. Por eso cuando leemos la Carta Sociolaboral Latinoamericana que la ALAL impulsa no tenemos más remedio que acordarnos del párrafo que señala que siempre los pueblos seremos los convidados de piedra, porque el llamado siempre es a salvar al capital.

Un buen día tengan todos y todas.

Lydia Guevara

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