viernes, 1 de julio de 2011

COINCIDIRÁN CONMIGO QUE HAN SIDO EXCELENTES ESTAS PALABRAS DEL DR. HUGO BARBAGELATA AL CONCLUIR EL SEMINARIO INTERNACIONAL DE URUGUAY

Clausura de seminario internacional (24.06.2011)

Estimados amigos:

Muchos   hemos oído  alguna vez la historia de aquel siniestro personaje  que  vivaba  a la muerte y  pronunció - o hizo méritos para que todos creyeran que había pronunciado- la  terrible frase: “Cuando oigo la palabra cultura, saco el revólver”.
Desde luego que abomino de semejante  dicho, y de la infame idea que lo sustenta, pero no puedo negar que,  -salvando todo tipo de  distancias y diferencias-, también a mí, ciertas palabras me producen  una reacción visceral.
Así por ejemplo, cuando  oigo  hablar  de  “Reforma Laboral”,  me  sube el impulso  de gritar: “¡A los botes!”, “¡A los botes!”,  pues siento que  los progresos alcanzados en la protección de los trabajadores,  o sea de la inmensa mayoría de los seres humanos,  van a naufragar sin remedio, a menos que  nos esforcemos por salvar  lo que podamos.
 Se dirá que no necesariamente  toda reforma laboral es negativa,  pero en la  absoluta realidad de las cosas, las que se  han consolidado a  partir de los años setenta del siglo pasado bajo esa denominación,  siempre lo han sido, en mayor o menor grado.  Es decir: malas o peores que las malas.
Prueba de ello es que Incluso  se puede sentir la delectación  con que  pronuncian esa  expresión: Reforma laboral , los detractores del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, pues la  hacen sonar  en el mismo tono  y con la  misma no disimulada satisfacción, casi  regocijo,  con que   pronuncian  su pronóstico  de la   definitiva  desaparición del estado de bienestar.
 En suma,  no pretendo, ni ningún laboralista puede pretender,  que el derecho del trabajo no deba experimentar    adecuaciones a  los cambios que se van produciendo en las sociedades  por múltiples  factores.   o sea,    todos sabemos que el derecho del trabajo no puede ser inmutable. Pero, en función  de su pertenencia  al sistema de los derechos humanos, sólo es concebible pensar en cambios en la legislación laboral o en su interpretación que  respeten el  destino manifiesto de las normas sobre esa materia, o sea,  el constante mejoramiento y progresivo avance  para abarcar cada vez más gente, con más derechos, con más garantías  y nunca retroceder  y perder  lo ya alcanzado.
En el correr  de las sesiones hemos tomado conocimiento o confirmado,  muchas de las maldades que las reformas laborales de  este y del otro lado del océano  han  consagrado. Y en eso de maldades, ayer  se nos ha mostrado también lo difícil que resulta   hacerlas desaparecer,  aun teniendo, o casi teniendo, la intención  de procurarlo.  Hoy se nos ha mostrado  como puede llegarse a respirar  aliviado, sino no se llega  a adoptar la alternativa “Más Peor”, si se nos permite  este atentado lingüístico.
Más aun,    para justificar  nuevas reformas laborales,  se afirma  que    la  eliminación de la protección laboral, de la negociación colectiva libre,  de las restricciones  a la libertad  patronal especialmente en materia de despido, así como  la eliminación de los salarios mínimos y de las  pensiones dignas, etc. , constituye  el mejor remedio  contra la crisis.  Tales propósitos,  en los inicios de la crisis actual  nadie  se atrevía a  sostenerlos, puesto que  no era posible   negar que la pésima situación en que se encontraba la economía mundial y la de los diferentes  países,    era   exclusivamente  una consecuencia de culto a los “mercados  libres” y la tolerancia  generalizada de los oscuros  e inescrupulosos manejos financieros. que   operaban a sus anchas,  ante  el Laissez Faire de los gobiernos.
Y qué decir de lo que ayer  Barretto llamó pudorosamente la doctrina del consenso, que cuenta con la bendición del CLS y la Comisión de Expertos., conforme a la cual el mero derecho a consulta  de los empleadores  se ha convertido en derecho a veto de toda norma  que no cuente con su aprobación.
Debo reconocer que también hemos sabido de   algunos progresos en la normativa o en la interpretación de las normas laborales, de tal modo que se han registrado en la región adelantos en la materia  procesal- laboral, asi como,   a través de  la actuación de los tribunales  constitucionales  e  incluso en algún país,  de  la legislación. Pero no hay duda que tales progresos  se han alcanzado enteramente fuera del marco de las llamadas Reformas Laborales.
En estas circunstancias, permítanme que ilustre las consideraciones sobre la esencialidad del derecho del trabajo,  con unos magistrales   párrafos del último artículo de Oscar Ermida en la revista “DERECHO LABORAL” Dijo en efecto nuestro insigne amigo en las conclusiones de su contribución  sobre  “Protección, igualdad, dignidad y no discriminación”:
“El Derecho del trabajo forma parte del sistema de derechos humanos, no solo porque la mayoría de los derechos del trabajador están expresamente reconocidos como derechos humanos en la constitución  y en las normas  internacionales de derechos humanos (limitación de la jornada,   descansos,   derecho al trabajo, derecho a la seguridad social,    derecho de huelga,    de sindicación     y       de negociación colectiva, etc.), sino también porque todo  él –todo el Derecho laboral –, es un mecanismo de realización de los principios y valores del sistema de derechos humanos: la dignidad, la igualdad y la libertad”.
El Derecho del trabajo es protector porque su objetivo es la igualdad material o igualación. El Derecho laboral percibe una desigualdad entre empleador y trabajador e intenta corregirla, protegiendo al más débil.    La protección del trabajador es un instrumento de igualación o de reducción de las desigualdades.
Hoy, en un mundo que ya no tolera la idea de que unas personas sean originalmente  superiores a otras, la igualdad forma parte, también, de la idea de dignidad. De tal modo, la protección del Derecho laboral tendiente a la reducción de la desigualdad entre capital y trabajo, apunta al mismo tiempo,   a    la preservación de la dignidad de la persona que trabaja”.
Por eso,  retomando la palabra,  digo que  ante todos los ajustes  que bajo el nombre de “Reforma Laboral” tratan de  hacerle perder a la normativa su significado,  haciéndole creer a la gente que destruyendo la protección laboral se crearán más empleos y se revitalizará la economía, la consigna debe ser resistir y poner en evidencia  la  superchería  que se quiere disfrazar   de   verdad científicamente    demostrada.

1 comentario:

  1. No se preocupe que me encantan las baladas y visitaré su página

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