miércoles, 5 de enero de 2011

LA LETRA DE CUBA

Un colega abogado me ha pasado este mensaje que encontré tan a tono con la situación actual que no dudé en colgarlo en mi blog porque es lo que urge hacer, a lo que hay que dedicarle alma y cuerpo, un fuerte pensamiento, sea dicho por los Sacerdotes de Ifá, por un hombre o mujer humilde del pueblo, un economista, un dirigente del gobierno, HAY QUE CAMBIAR, SE NOS ACABA EL TIEMPO Y NO HABRÁ UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD.

Por Félix López
Terminó la celebración familiar, el goce de los días festivos, y Cuba ha vuelto al camino de su realidad cotidiana, marcada hoy por la imperiosa necesidad de preservar la independencia con una economía a prueba de huracanes y seguir construyendo un reino de justicia, pero con los pies anclados en la tierra. Son retos, metas y palabras mayores, que someten al año 2011 y a todos sus protagonistas a un examen riguroso y definitorio: o lo pasamos¼ , o tendremos que lamentarnos. Y esto último no forma parte del carácter del cubano, mucho menos de su Historia.
Difícil ha sido abstraernos en estos días de ocio al debate que reina en el seno de la sociedad cubana. Por muchos motivos, incluso alguno del más allá. Antes de despedir el 2010, por ejemplo, un número significativo de babalawos y los miembros del Consejo Cubano de Sacerdotes Mayores de Ifá, realizaron las ceremonias correspondientes a la pre-apertura de la Letra del año 2011, en la sede de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba. ¿Y saben ustedes cuál ha sido la primera recomendación de la Letra? Ahí les va: "Dice Ifá: Que el triunfo de este año está basado en la organización que mantengamos en nuestras vidas en general".
En este 2011 —regido por el severo Ogún, según nuestros babalawos— hasta los ancestrales dioses africanos nos están pidiendo, por encima de todo, ser organizados para obtener cualquier triunfo. Y "ser organizados" significa un montón de cosas, pero las más importantes están relacionadas con la unidad, el deseo de hacer bien lo que nos toca a cada uno, de sacudirnos todos los vicios y tener sentido del momento histórico que estamos viviendo.
Lo decía Eusebio Leal, en sus palabras durante un encuentro con intelectuales y artistas el pasado 29 de diciembre: "El Presidente no dijo ‘es quizás la última oportunidad’, sino ‘esta es la última oportunidad’. Cuando lo dijo hizo una apelación a muchos, a millones, pero particularmente a quienes nosotros representamos. Creo que nuestro deber más profundo y más grande es hacer el último esfuerzo para que nuestro tiempo no se pierda.
"No puede haber Restauración, como decían los revolucionarios de la Comuna de París. No puede haber restauración del pasado, con sus iniquidades, discriminaciones y miserias. No puede haber de ninguna manera regreso de los Borbones, porque sería espantoso para nosotros, tan espantoso como haber perdido el tiempo de una sola vida de cualquiera de nosotros".
No puede haber Restauración, porque no puede desaparecer la Revolución. De seguro, es ese el deseo de millones de cubanos para el año que recién ha comenzado. De la misma manera que somos millones los que anhelamos encaminar a la Nación por caminos económicos más sólidos; buscando más bienestar y menos nudos en las fuerzas productivas del país; saneando el entorno de esos burócratas que cargan consigo una gaveta en lugar de un corazón; reconvirtiendo el estado mental de muchos que no entienden todavía la urgencia de salvar a Cuba, para salvar siglos de sueños y realizaciones, que son las más caras herencias que vamos a dejar a nuestros hijos y nietos.
En el 2011, como ya comenzamos a hacer en el año viejo, es vital que sigamos tratando cada uno de nuestros problemas domésticos a camisa quitada, con la crudeza necesaria, pero sin llegar a ser apocalípticos. Sabemos que en ese escenario siempre aparecerá la mirada, el guiño y la opinión escurridiza del oportunista y del malintencionado, mas esa realidad no debe coartar el análisis crítico y auto-crítico de cada paso que demos y de nuestros errores, equivocaciones y desviaciones.
De ese espíritu tenemos un vital ejemplo en el discurso de Raúl, el pasado 18 de diciembre ante la Asamblea Nacional y el pueblo, cuando reconoció con total transparencia: "Fidel con su genialidad iba abriendo brechas y señalando el camino, y los demás no supimos asegurar y consolidar el avance en pos de esos objetivos.
"Nos faltó en realidad cohesión, a pesar de la unidad que tiene este pueblo alrededor de su Partido, de sus dirigentes, de su Gobierno, nuestra arma estratégica fundamental para poder sobrevivir más de cinco siglos, en una fortaleza sitiada, frente al más poderoso imperio que ha existido en la historia. Pero nos faltó cohesión, organización y coordinación entre el Partido y el Gobierno; en medio de las amenazas y urgencias cotidianas descuidamos la planificación a mediano y largo plazos, no fuimos suficientemente exigentes ante violaciones y errores de carácter económico cometidos por algunos dirigentes y también demoramos en rectificar decisiones que no tuvieron el efecto esperado pero supervivieron".
Nadie debe avergonzarse de rectificar lo que no va bien. Nadie debe sentirse apesadumbrado si tiene la inteligencia, la valentía y la osadía de corregir la ruta. Dicho a la manera poética de Silvio Rodríguez: "Cuando las alas se vuelven herrajes/ es hora de volver a hacer el viaje/ a la semilla de José Martí". Ese Martí que advirtió profético: sin independencia económica no existe la independencia política. Ese Martí que pulsando a Cuba nos dijo algo de eterna actualidad: "Aquí se va creando una vida; créese aquí una Economía".
Todos esos conceptos, desde la recomendación de Ifá para el 2011 hasta la brújula contenida en el proyecto de Lineamientos, desde las palabras de Martí a las de Fidel, desde la poesía de Silvio al verbo de Leal, desde el discurso de Raúl hasta la sabiduría del pueblo, conforman hoy la Letra de Cuba, ese oráculo autóctono por el que vamos rigiendo y construyendo los destinos de la Patria.

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